¿Uno?. ¡¡Cientos!!. Pero no voy a cometer
el error de convertir el año nuevo en un cúmulo de propósitos para desechar a
principios de febrero. “la vida es aquello que te va sucediendo mientras tu te
dedicas a hacer otros planes”, ¿recuerdas?. No. La verdad es que el título de
esta entrada no es más que una excusa para poner en el blog un anuncio que me
ha entusiasmado (…). ¿O quizá si?. A todos nos gusta pensar que el nuevo año
cambiará esa tendencia catastrófica que solemos darle a todo aquello que nos va
pasando, sin pensar que, si fuéramos un poco más realistas y optimistas,
podríamos pensar que, viéndolo de un modo simplemente normal, las cosas no van
tan mal. Es cierto que todos estamos pasando por una situación que no es la
mejor. Todo en nuestra vida podría mejorar, pero ¿qué hacemos para mejorarlo?.
Pues en la mayoría de los casos quejarnos y hacer ver a los demás que nuestra
situación siempre será peor que la de nuestro vecino. Estamos sumidos en una
especie de competición para ver quien es el más desdichado y quién obtiene más
puntos en nuestra “escala personal de pena”. Una escala que, por ser tan
subjetiva, siempre nos tiene guardado como oro en paño ese ¿glorioso? primer
puesto. No. Este año no pienso buscar el “éxito” que tanta gente pretende:
Estar peor que los demás. ¿Que si tengo problemas?. Por supuesto. ¿Que son los
peores?... pues no. Quizá podría estar mejor pero, parándome a mirar alrededor
y desde un punto de vista de otras personas, soy un privilegiado. Este año
tengo un plan. Y es disfrutar un poco más de las pequeñas cosas. En el anuncio,
la chica disfruta (y nos hace disfrutar...) de cosas tan sencillas como
probarse ropa y soñar. Que fácil ¿no?. Y gratis. “Soñar”. Que bonita palabra.
Mi perro sueña todos los días con que lleguemos a casa para acariciarle la
cabecilla, y con su momento de calle para jugar con sus amigos. Que cosa tan
simple. La mayoría de la gente sueña con
que le toque la lotería. Y simplemente con ese momento de soñar lo que harías
con tanto dinero, a donde te irías, cómo lo repartirías... ya eres un poquito
más feliz. Pero en lugar de utilizarlo para ser feliz, aunque sea cinco minutos
al día, lo utilizamos para volver a pensar lo infelices que somos. Y lo
infelices que podríamos llegar a ser si nos lo propusiéramos. Porque, por lo
visto, si no tenemos dinero no tenemos derecho a la felicidad. Y lo peor es que
a nuestros hijos les inculcamos esa filosofía. Si utilizásemos esa energía para
todo lo contrario seríamos un poco más felices. Que simple.
Siempre he pensado en “el placer de la
gratuidad”. Hay un montón de cosas que nos pueden hacer un poquito mejor el día
sin tener la necesidad de gastar, de derrochar. Sacar los acordes de una
canción, escribir esa canción pendiente desde hace años (no se me olvida,
Jones...) aunque sea un truño, un verso, un acorde, una historia, una canción
escondida que está dispuesta a ser descubierta por tí... Un paseo por tu ciudad
favorita, una tienda de libros de segunda mano, o de discos, una pequeña
guitarrita que tus amigos te regalan y que, en realidad no tienen ni idea de lo
mucho que te ha gustado, un café en una terraza viendo la vida pasar, un músico
cantando en la calle, una chica que te sonríe... Un mundo esperándote tras cada
esquina. Un nuevo plato hecho con tres ingredientes, una fiesta de amigos en
casa, una visita inesperada, un pequeño propósito de año nuevo. Un gran
propósito para toda la vida. No sé a quien escuché una vez decir que el
aprendizaje de la guitarra es algo para toda la vida. Y es verdad. Poco a poco
vas sacando canciones y cuanto más aprendes más disfrutas. Calle de la Música
también nació para ser un proyecto a largo plazo. A muy largo plazo. Para toda
la vida. Un proyecto para disfrutar de él y, si es posible, hacer disfrutar a
los demás. Un sueño para toda una vida.
Por eso tengo un plan. Para este año de
malísima suerte por contener una cifra preciosa (el famoso 12+1... que
gilipollez) me he propuesto varias cosas. No creerme que sea una mal año. No
creer a la gente que se queja continuamente. No dejar de lado a mis amigos.
Disfrutar de una canción. De miles de canciones. Ayudaros a descubrirlas y que
vosotros me ayudeis a descubrir miles de detalles, anécdotas y acordes ocultos
en cada una de ellas. Cambiar mi Calle de la Música.
Y de vez en cuando soñar. Y por qué no, con
que me toque una lotería (“en realidad soy un cínico”. Gabinete Caligari) y
poder hacer físico mi pequeño sueño de Calle de la Música. Y soñar que, al
final creamos esa canción y la cantamos juntos en una noche “a lo
Sabina-Prado”. Y soñar que me puedo subir a un escenario a tocar un tema con
algún buen amigo que, a pesar del tiempo y la distancia nunca he olvidado. Y
soñar que en el mundo hay un maratoniano más. Y soñar que mi madre me dá un
beso más. Y soñar que puedo seguir contando con vosotros desde este pequeño
taburete, que no atalaya. Sin promesa de continuidad. Y soñar. ¡¡¡Que es
gratis, coño!!!. (Que no se entere de esto Rajoy).
Feliz Dos Mil Trece a todos.
P.D.: ¿Cuál es vuestro plan?
2 comentarios:
Me encanta. No puedo decir más!
Pues dí que está buena, jodio...
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