martes, 1 de enero de 2013

2013. Tengo un plan




¿Uno?. ¡¡Cientos!!. Pero no voy a cometer el error de convertir el año nuevo en un cúmulo de propósitos para desechar a principios de febrero. “la vida es aquello que te va sucediendo mientras tu te dedicas a hacer otros planes”, ¿recuerdas?. No. La verdad es que el título de esta entrada no es más que una excusa para poner en el blog un anuncio que me ha entusiasmado (…). ¿O quizá si?. A todos nos gusta pensar que el nuevo año cambiará esa tendencia catastrófica que solemos darle a todo aquello que nos va pasando, sin pensar que, si fuéramos un poco más realistas y optimistas, podríamos pensar que, viéndolo de un modo simplemente normal, las cosas no van tan mal. Es cierto que todos estamos pasando por una situación que no es la mejor. Todo en nuestra vida podría mejorar, pero ¿qué hacemos para mejorarlo?. Pues en la mayoría de los casos quejarnos y hacer ver a los demás que nuestra situación siempre será peor que la de nuestro vecino. Estamos sumidos en una especie de competición para ver quien es el más desdichado y quién obtiene más puntos en nuestra “escala personal de pena”. Una escala que, por ser tan subjetiva, siempre nos tiene guardado como oro en paño ese ¿glorioso? primer puesto. No. Este año no pienso buscar el “éxito” que tanta gente pretende: Estar peor que los demás. ¿Que si tengo problemas?. Por supuesto. ¿Que son los peores?... pues no. Quizá podría estar mejor pero, parándome a mirar alrededor y desde un punto de vista de otras personas, soy un privilegiado. Este año tengo un plan. Y es disfrutar un poco más de las pequeñas cosas. En el anuncio, la chica disfruta (y nos hace disfrutar...) de cosas tan sencillas como probarse ropa y soñar. Que fácil ¿no?. Y gratis. “Soñar”. Que bonita palabra. Mi perro sueña todos los días con que lleguemos a casa para acariciarle la cabecilla, y con su momento de calle para jugar con sus amigos. Que cosa tan simple.  La mayoría de la gente sueña con que le toque la lotería. Y simplemente con ese momento de soñar lo que harías con tanto dinero, a donde te irías, cómo lo repartirías... ya eres un poquito más feliz. Pero en lugar de utilizarlo para ser feliz, aunque sea cinco minutos al día, lo utilizamos para volver a pensar lo infelices que somos. Y lo infelices que podríamos llegar a ser si nos lo propusiéramos. Porque, por lo visto, si no tenemos dinero no tenemos derecho a la felicidad. Y lo peor es que a nuestros hijos les inculcamos esa filosofía. Si utilizásemos esa energía para todo lo contrario seríamos un poco más felices. Que simple.

Siempre he pensado en “el placer de la gratuidad”. Hay un montón de cosas que nos pueden hacer un poquito mejor el día sin tener la necesidad de gastar, de derrochar. Sacar los acordes de una canción, escribir esa canción pendiente desde hace años (no se me olvida, Jones...) aunque sea un truño, un verso, un acorde, una historia, una canción escondida que está dispuesta a ser descubierta por tí... Un paseo por tu ciudad favorita, una tienda de libros de segunda mano, o de discos, una pequeña guitarrita que tus amigos te regalan y que, en realidad no tienen ni idea de lo mucho que te ha gustado, un café en una terraza viendo la vida pasar, un músico cantando en la calle, una chica que te sonríe... Un mundo esperándote tras cada esquina. Un nuevo plato hecho con tres ingredientes, una fiesta de amigos en casa, una visita inesperada, un pequeño propósito de año nuevo. Un gran propósito para toda la vida. No sé a quien escuché una vez decir que el aprendizaje de la guitarra es algo para toda la vida. Y es verdad. Poco a poco vas sacando canciones y cuanto más aprendes más disfrutas. Calle de la Música también nació para ser un proyecto a largo plazo. A muy largo plazo. Para toda la vida. Un proyecto para disfrutar de él y, si es posible, hacer disfrutar a los demás. Un sueño para toda una vida.

Por eso tengo un plan. Para este año de malísima suerte por contener una cifra preciosa (el famoso 12+1... que gilipollez) me he propuesto varias cosas. No creerme que sea una mal año. No creer a la gente que se queja continuamente. No dejar de lado a mis amigos. Disfrutar de una canción. De miles de canciones. Ayudaros a descubrirlas y que vosotros me ayudeis a descubrir miles de detalles, anécdotas y acordes ocultos en cada una de ellas. Cambiar mi Calle de la Música.

Y de vez en cuando soñar. Y por qué no, con que me toque una lotería (“en realidad soy un cínico”. Gabinete Caligari) y poder hacer físico mi pequeño sueño de Calle de la Música. Y soñar que, al final creamos esa canción y la cantamos juntos en una noche “a lo Sabina-Prado”. Y soñar que me puedo subir a un escenario a tocar un tema con algún buen amigo que, a pesar del tiempo y la distancia nunca he olvidado. Y soñar que en el mundo hay un maratoniano más. Y soñar que mi madre me dá un beso más. Y soñar que puedo seguir contando con vosotros desde este pequeño taburete, que no atalaya. Sin promesa de continuidad. Y soñar. ¡¡¡Que es gratis, coño!!!. (Que no se entere de esto Rajoy).

 

Feliz Dos Mil Trece a todos.

 

P.D.: ¿Cuál es vuestro plan?

2 comentarios:

Jones... dijo...

Me encanta. No puedo decir más!

Alberto... dijo...

Pues dí que está buena, jodio...

 
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